miércoles, 15 de marzo de 2017

Ejemplos de comentario crítico




Aquí tenenemos dos ejemplos de buenos comentarios críticos hechos por la alumna Ana Quiñonero de 2º B. ¡Así sí!





Resumen: Cada vez es más frecuente escuchar en los medios de comunicación casos de acoso escolar o “bullying” que terminan, la mayoría de las veces en suicidio. El acoso escolar va siempre acompañado del silencio de otras personas, que son de una manera u otra cómplices de la situación. Dicho silencio da lugar a una terrible consecuencia: la muerte, una muerte producida por la irracional conducta de uno o varios abusones, que de forma consciente o inconsciente hacen un daño irreversible.
Tema, estructura, intención comunicativa: El autor reflexiona sobre las cortas vidas que se lleva el acoso escolar y el silencio cómplice. Trata dicho tema en un tono subjetivo, y esto es visible en la inclusión que realiza a lo largo del texto de sus sentimientos en oraciones como “estremece pensar”, “no lo entiendo” y en como se dirige directamente a los acosadores y a todos aquellos que ven, oyen y callan. En las cinco primeras líneas reflexiona el autor sobre esta situación angustiosa, sobre ese futuro truncado y sobre la duración de este problema. En las siguientes siete líneas, no se atreve a dirigirse a los adultos, pero sí a los jóvenes, instándoles a que denuncien, a que sean empáticos con quien recibe acoso y que no sean parte de esta situación tan catastrófica. Termina el texto con una pregunta determinante, lanzada directamente a los que acosan y una clara sentencia: todos los actos que cometemos tienen antes o después una consecuencia. Es por esto que identificamos en el fragmento una clara alusión a todos los que participan en el hecho de que una persona sea agredida física y/o psicológicamente, intentando condicionar el silencio de los compañeros a través de una apelación a los sentimientos. El final resulta contundente, casi como una amenaza a aquellos que resuelven las diferencias con la violencia y siempre con la intención de moderar el comportamiento.
Argumentación: Me posiciono a favor del autor en un tema tan serio como es el acoso escolar, ya que como dice él mismo, resulta angustioso reflexionar acerca de la cantidad de vidas que se van por culpa de este hecho. Podríamos aprovechar para pararnos a pensar en los límites del ser humano, en el profundo dolor, en la herida que nunca cicatriza en una persona a la que humillan día tras días hasta que no ve otra solución más cercana que acabar con su existencia. La gente que sufre estas vejaciones suelen ser gente sensible que no se ajusta a un molde establecido. Observemos algunos casos como ejemplo: hace un par de meses una chica se suicidó por la presión a la que la sometían sus compañeros de clase. ¿Su delito? Teñirse el pelo de colores y el amor a la cultura japonesa.
Cabe destacar que la chica se había cambiado de colegio, e incluso así, el acoso no había cesado. También podríamos mencionar el caso del niño que saltó por la ventana por culpa del bullying. Sus padres solo encontraron una carta en la que decía que era la única manera de acabar con el dolor. Hace unos meses, vi una obra de teatro llamada “Pequeño Pony” ue trataba precisamente el tema del acoso escolar basándose en un caso real que sucedió en Estados Unidos. Un niño era humillado diariamente porque su mochila tenía ilustraciones de “My Little Pony”, unos dibujos animados en los que se tratan valores como el amor y la amistad. Los padres, preocupados por su hijo que iba volviéndose cada vez más reservado, fueron a hablar con la directiva del centro, y estos le aconsejaron que comprara una nueva mochila. Simplemente, da que pensar.

Conclusión: En definitiva, deberíamos aprender a respetarnos unos a otros, a valorar a aquellos que son diferentes y aprender de ellos. Deberíamos ser capaces de ver lo bonito de la diversidad, y además no callarnos ante las injusticias, ser valientes y empáticas porque de esta manera, el mundo podría ser un lugar mejor. La violencia nunca es la solución, ni la muerte una opción. La palabra, el diálogo y el apoyo, por el contrario, sí que lo son.






Resumen: Cada vez es más frecuente encontrar palabras escritas sin su correspondiente tilde, lo cual por ende, da lugar a una falta ortográfica perfectamente evitable. Sobre esto reflexiona el autor del texto, unido a la cuestión de la falta de tiempo, que muchas veces se usa como excusa al cometer fallos en la ortografía. Se tarda menos de un segundo en poner una tilde y aunque es permisible olvidar alguna más relativa (como las diacríticas), deberíamos ser, en definitiva más cuidadosos y responsables con ellas.
Tema, estructura, intención: El autor expresa su indignación y negativa precisamente ante esta falta de cuidado. Se trata de un texto subjetivo y esto es perceptible en el tono molesto y enojado con el que trata el tema, ensalzando la importancia de los acentos propios de nuestro idioma. De este modo pretende llegar al lector, intentando hacerle ver la necesidad de tildar palabras y haciendo hincapié, por ejemplo, en las mayúsculas tildadas que tantas veces se eluden.
En las seis primeras líneas se expone este reproche a una despistada juventud, y realiza un recordatorio ortográfico dirigido en especial a aquellas personas que como se ha mencionado antes, olvidan tildar las mayúsculas. Finaliza en las dos líneas siguientes, señalando que no se pierde un tiempo demasiado valioso en escribir una tilde.
Argumentación y conclusión: Me posiciono a favor del autor ya que, a pesar de que muchas personas piensan que las faltas de ortografía producidas por la ausencia de alguna tilde no son tan graves como confundir “b” y “v”, “g” y “j” o “c” y “z”, lo cierto es que sí lo son.
A pesar del tono (un tanto condescendiente) estoy de acuerdo en la importancia que se le otorga a este tema, ya que existen los detractores de las tildes, que argumentan que no son necesarias para la comprensión de nuestra lengua. Sin embargo, existen palabras como “líquido” o “médico” (y muchas otras) que sin su correspondiente tilde dan lugar a un galimatías y dificultan el entendimiento de la oración en cuestión.
También se suele argumentar que la ausencia de tildes se debe a la prisa. “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, como se suele decir, y es que se tarda más tiempo en elaborar una excusa que en escribir una tilde. Al igual que el autor, creo que es cada vez más frecuente en los jóvenes este error, y es que, ¿cuántas veces hemos oído que a alguien le han bajado puntos en un examen y a veces incluso han llegado a suspenderle por no poner tildes? Yo creo que esto ocurre por no leer lo suficiente, ya que la lectura nos aporta mucho vocabulario y nos acostumbra a la correcta escritura de las palabras. Quizás las palabras resultarían un terreno menos desconocido para muchos si se tuviera por costumbre acudir a ellas.
En conclusión: las tildes existen y están para usarlas, dan sentido a lo que queremos decir, le otorgan un significado u otro a nuestro discurso, así que deberíamos devolverles el favor, principalmente haciéndoles una visita de vez en cuando.Solo espero no haber cometido ninguna falta de ortografía, porque últimamente no tengo tanto tiempo como me gustaría para leer.

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José Tomás